Hubo un tiempo en que los coches deportivos eran inalcanzables para una gran mayoría. No existían deportivos asequibles ni se habían inventado los GTi. Y surgieron verdaderos “magos” que consiguieron hacer deportivos muy serios, algunos verdaderas “bestias”, a partir de utilitarios muy modestos. Hoy os traemos dos que, de alguna manera, vivieron vidas paralelas. Los nombres, en realidad más bien los apellidos, de Abarth y de Cooper sobreviven a día de hoy para destacar a los modelos más deportivos y prestacionales de algunas marcas, especialmente Fiat o Lancia en el caso de Abarth y Mini en el caso de Cooper. Nos vamos a mediados del siglo XX, cuando el mundo a duras penas se recuperaba de una guerra devastadora. Carlo Abarth en Italia y John Cooper en Inglaterra, algún día hablaremos de Carroll Shelby en Estados Unidos, vieron que coches comunes, modestos, tenían un potencial deportivo si se usaba ingenio y tecnologías. Karl Abarth era austríaco, nació en 1908 en Viena, pero pronto se trasladó a Italia adquiriendo la nacionalidad italiana e italianizando su propio nombre, que pasó de Karl a Carlo. Fundó Abarth & C. S.p.A. el 31 de marzo de 1949 en Bolonia, Italia y nace el logotipo de Abarth, un escorpión, que simbolizaba un animal pequeño pero peligroso. Es en la década de 1950, cuando Abarth ganó fama internacional gracias a sus sistemas de escape de alto rendimiento y a las preparaciones de modelos Fiat. Vehículos modestos como el Fiat 500 o el Fiat 600 recibían el toque Abarth y se transformaban en coches sorprendentemente rápidos para su tamaño. Sin duda, el auto icónico para la empresa fue el Fiat 500 Abarth. Partiendo de la base del Fiat 500 de 1957 de 479 cm3 y 13 CV, lo llevó en el Abarth 695 SS hasta los 695 cm3 y más 30 CV. Hacia finales de los 60, el éxito de Abarth atrajo a y en 1971, Fiat adquirió Abarth, que la convierte en su división de competición y preparaciones oficiales. Con Fiat, Abarth brilló todavía más en rallyes y circuitos. Y nace el espectacular Fiat 131 Abarth Rally, desarrollado por Abarth a partir de una berlina familiar y convertido en un coche de rally muy competitivo, con motor 2.0 litros de doble árbol y más de 200 CV. Con el Fiat consiguió los campeonatos mundiales de rally en 1977, 1978 y 1980. Hoy en día Abarth forma parte de Stellantis, el gran grupo europeo automotriz que engloba a Fiat, Peugeot, Chrysler y 11 marcas más. Hablemos de Cooper. A finales de los años 40 en Inglaterra, en un modesto taller de Surbiton (Londres), John Cooper y su padre Charles fundaron la Cooper Car Company. Su historia es paralela a la de Abarth, pero a la vez, muy diferente. John Cooper intuyó que podía construirse un coche de competición sencillo y barato: El Cooper 500, de la categoría F3, con motor de motocicleta JAP de 500 cm3 montado detrás del piloto en un chasis pequeño. Debutó en 1947 y, sorprendentemente, aquel coche de construcción casera se destacó por su equilibrio y agilidad. En los años 50, los Cooper siguieron escalando categorías. Y pilotos jóvenes y prometedores, como Stirling Moss o Jack Brabham, ganaron carreras con pequeños Cooper de motor central- trasero. Y por fin, en 1959 y 1960, el equipo Cooper-Climax sorprendió al mundo al conquistar el Campeonato Mundial de Fórmula 1 en dos temporadas consecutivas, siempre con el genial Jack Brabham al volante. Al comenzar la década de los 60 entra en escena El Mini, diseñado por Alec Issigonis para BMC en 1959, como la quintaesencia del utilitario británico: barato, muy pequeño, pero sorprendentemente espacioso, con tracción delantera y motor transversal. Y John Cooper vio en el Mini una base perfecta para un coche de rally por sus excelentes cualidades de agilidad y estabilidad. Convenció a BMC para producir una versión potenciada y así nace en 1961 nació el Austin Mini Cooper. John Cooper vendió su equipo de Fórmula 1 en 1965 y la Cooper Car Company dejó de fabricar monoplazas a finales de los 60. En cuanto al Mini Cooper de ca
Published on 4 days, 9 hours ago
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